Partido amistoso de selecciones. 25 de noviembre de 1953
Estadio: Wembley, Londres.
Resultado: Inglaterra 3-6 Hungría
Grosics (Geller 76'); Buzánszky, Lantos, Bozsik, Lóránt; Zakariás, Budai; Kocsis, Hidegkuti, Puskás, Czibor. |
Entrenador: Gusztáv Sebes
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Los ingleses nunca habían perdido un partido contra un equipo de fuera de las islas británicas (Escocia les infringió su primera derrota de la historia en 1877 por 3-1, e Irlanda ganó en Goodison Park en 1949 en la que fue la primera derrota inglesa ante un equipo de fuera de su isla), e infravaloraron a los húngaros, empezando por sus tácticas y terminando por su indumentaria. Con 100.000 espectadores en las gradas, cualquier posible nerviosismo que pudieran tener los húngaros quedó disipado a los 90 minutos, cuando Hidegkuti marcó el 0-1. Inglaterra empató pronto, pero el baño de juego de los húngaros fue antológico: 35 disparos a puerta por parte de Hungría contra sólo 5 de los ingleses lo dice todo. El gran Puskas logró un gol de antología en el 24' para subir el 1-3 al marcador, tras pisar el balón y echarlo atrás ante la entrada de Wright en el área y lanzar un zurdazo imparable para Merrick. Gyorgy Szepesi, el comentarista húngaro de aquél partido, incluso comentó la posibilidad de colocar una placa en Wembley rememorando ese gol.
El 3-6 final cambió el fútbol para siempre; el 7-1 del partido de "vuelta" terminó de instaurar un nuevo orden. Los ingleses tuvieron que cambiar por completo su visión de su deporte, y adoptaron ciertas medidas empleadas por esa selección húngara que les permitió llevarse el Mundial del 66. Ese gran equipo húngaro, que llevaba 3 años sin perder, se quedó a las puertas de llevarse el Mundial del año siguiente, al cual llegaron con una racha de 4 años invictos, tras perder en la final por 3-2 ante Alemania pese a adelantarse por 2-0 en el marcador. Fue el único título que le quedó por ganar al gran Ferenc Puskás, y fue también la mejor ocasión que tuvo el fútbol húngaro de inscribir su palmarés en la Copa Jules Rimet. Tras la rotura del equipo en el 56, nada volvió a ser igual en el fútbol magyar, que sigue hundido sin visos de reacción.