Tim Cahill lo inició en la primera jornada. Su buen juego ante Brasil en la segunda jornada auguró un final feliz. Y su descaro ante Croacia les dio la recompensa que merecían. Los
socceroos se han clasificado para los octavos de final
por primera vez en su historia tras empatar a 2 en un grandísimo partido ante Croacia. Ambos equipos sabían lo que se jugaban y salieron decididos a conseguirlo. Hiddink decidió dar descanso (imaginamos) a
Mark Schwarzer para dar entrada en la portería a
Kalac, portero suplente del Milan... que no sabemos si tendrá asegurado su puesto ahí tras el partido realizado. Los croatas se aprovecharon de ello y en el minuto 2 ya iban ganando tras una falta magistralmente ejecutada por Srna. Kalac salió muy nervioso de ese gol, y estuvo bastante inseguro hasta el final del partido. Los australianos no le perdieron la cara en ningún momento al partido, y comenzaron a asediar la portería de Pletikosa con el fútbol vistoso y descarado que les ha caracterizado durante todo el Mundial. Nadie diría que hacía 30 años que no habían participado en una Copa del Mundo.
Y es que Australia ha desplegado un juego fresco, atrevido, sin miedos y sin ningún tipo de complejo que le ha hecho ganarse las simpatías de medio mundo (las mías ya las tenían ganadas desde antes del Mundial). Ante Croacia no dejaron de atacar ni un sólo instante, y tras el gol inicial de Srna, Pletikosa fue el único portero activo en el partido. Una y otra vez lo intentaban los socceroos, pero no conseguían el premio del gol. Hasta que un penalty por unas manos claras en el 38' les permitió marcar el gol del empate que les clasificaba momentáneamente para la siguiente fase. Sin embargo, un minuto después Kalac volvía a demostrar por qué es el suplente de Schwarzer y dejaba muerto un balón fácil tras un saque de esquina, aunque para fortuna para él y para su equipo, la jugada habían sido invalidada. En la segunda parte Croacia, sabedora de que sólo le valía la victoria, y empujada por el
impresionante apoyo de su hinchada, se volcó sobre la portería aussie, y fruto de ello llegó el 2-1, tras un mal disparo de Kovac que, incomprensiblemente, no lograba atrapar Kalac. Una noche aciaga sin duda la suya. Pero los australianos, bien sea por Hiddink, bien sea por su espíritu, su afición o lo que sea, no se amedrentan. De nuevo para arriba. Partido vibrante. Partido espectacular. Las ocasiones se sucedían. Pletikosa se convertía en el héroe croata... hasta el 79', momento en el que
Harry Kewell, el mismo que tuvoe el empate ante a Brasil en sus botas, remataba dentro del área un balón peinado por Aloisi que llevaba el delirio a los jugadores y aficionados australianos.
De ahí al final, nada resañable en cuanto a ocasiones de gol, pero sí en cuanto a la actuación arbitral: tres expulsiones, y una de ellas con la curiosidad añadida de necesitar de... ¡tres tarjetas amarillas! para sacar la roja. El "afortunado" jugador en recibir tres amarillas en el mismo partido fue Simunic, que finalmente fue expulsado en el 93'. Y con el pitido final, la decepción en la magnífica afición croata era más que manifiesta. Y como siempre en el fútbol, cuando uno llora, otro ríe. Y esos eran los australianos, que no cabían en sí de gozo. Su premio: jugar contra Italia en los octavos de final. Hiddink ya sabe lo que es eliminar a los italianos en unos octavos, puesto que ya lo logró con Corea en el último Mundial. Veremos si es capaz de repetirlo. Por atrevimiento no será. ¡Forza Australia!