La última jornada de Liga fue especialmente nefasta para los árbitros. Si ya de por sí están en la picota desde tiempos inmemoriales, el pasado fin de semana se superaron con creces. Empezando por el indescriptible arbitraje de Pérez Lima el sábado en el Calderón y acabando en el robo (Mourinho dixit) del Barça al Sevilla el domingo, pasando por Álvarez Izquierdo en el Levante-Mallorca.
Lo de Pérez Lima (uno de los peores árbitros de Segunda en su época, Dios sabe por qué ascendería) el sábado en el Calderón fue de escándalo. Dos penaltys pitados que no eran, uno que sí era no señalado y el gol de la victoria del Atlético fue marcado por Agüero con la mano... y no a lo "mano de Dios", sino a lo Mazinger Z. No contento con eso, en el minuto 83 sacó la segunda amarilla a Dani Bautista... y si no llega a ser por las protestas del Atlético, ni le saca la roja. Lo dicho, un esperpento.
La jornada del domingo, tristemente, vino acompañada por el efecto dominó, lo que provocó un aluvión de fallos en casi todos los campos. En Villarreal, el Espanyol se vio privado de la victoria en el 89' por un asistente de Pino Zamorano, que señaló que el balón salió tras el córner botado por De la Peña, lo que invalidaba el gol de Pandiani. En la televisión no se aprecia que el balón saliera, pero esos dos puntos no volaron a Montjuïc. En Pamplona, Clos Gómez también la lió, inventándose un penalty sobre Zigic que le dio la victoria a los cántabros. La desesperación llevó a Iván Corrales a increpar al árbitro al grito de "¡Malísimo, eres malísimo!". Sin embargo, y pese a lo que suele ser normal general, Clos Gómez no le expulsó. ¿Remordimieneto de conciencia? Quién sabe...
En el Camp Nou, César Muñiz se inventó una falta en ataque de Escudé para anular el gol que habría supuesto el 0-1 para el Sevill, también se inventó la falta que sirvió a Ronaldinho para marcar el 2-1 y no señaló un penalty clamoroso de Márquez a Kanouté con 2-1 en el marcador. Y para rematar, Álvarez Izquierdo puso la guinda al pastel en el Levante-Mallorca con la expulsión más surrealista de los últimos tiempos. Literalmente, en el acta del partido pone lo siguiente:
Obviando el ataque al castellano en ese "UO!", uno se pregunta... ¿UO? No es que en el campo le haya entendido mal y pensara que le estaban insultando (es más grave insultar a un árbitro que dar una patada a un rival), no, es que luego tiene la desfachatez de escribir en el árbitro que le ha expulsado por decir UO. ¿Pero qué clase de broma es ésta? Luego hemos sabido que lo que realmente dijo Kapo era «What?», así que imaginad la cara del pobre al ver cómo le expulsaban por preguntar "¿Qué?". Totalmente lamentable.
Y luego, ayer sale el ínclito Sánchez Arminio pidiendo sanciones para los tramposos que fingen y hacen equivocarse a los árbitros. Vale, muy bien, esa medida la veo perfecta (recordad aquella sanción a Moller en la Bundesliga por fingir un penalty o la multa que le impuso la UEFA a Raúl por marcar un gol con la mano ante el Leeds, por ejemplo), pero... ¿qué pasa con los árbitros? ¿Qué pasa con los árbitros que pitan algo donde no hay nada? ¿Qué pasa con los árbitros que expulsan jugadores por acciones que muchas veces ni merecen amarilla? ¿Qué pasa con aquellos trencillas que pitan penaltys que no existen y dejan sin pitar los que sí lo son? ¿Por qué se dejó de usar la nevera, señor Arminio? Está muy bien pedir sanciones para los tramposos, pero los árbitros también tienen mucha parte de culpa, y también deberían ser castigados.
Estoy seguro de que si en España los jugadores fueran menos teatreros (como en Inglaterra, por ejemplo, donde Fowler echó un penalty fuera tras reconocer que el penalty que le habían pitado a favor no era tal) seguirían existiendo fallos arbitrales. La prueba la tenemos jornada tras jornada, donde vemos muchas acciones punibles en las áreas que no se señalan (ahí no entra en juego ningún jugador tramposo, señor Arminio). Pero eso no les interesa verlo, claro...
Lo de Pérez Lima (uno de los peores árbitros de Segunda en su época, Dios sabe por qué ascendería) el sábado en el Calderón fue de escándalo. Dos penaltys pitados que no eran, uno que sí era no señalado y el gol de la victoria del Atlético fue marcado por Agüero con la mano... y no a lo "mano de Dios", sino a lo Mazinger Z. No contento con eso, en el minuto 83 sacó la segunda amarilla a Dani Bautista... y si no llega a ser por las protestas del Atlético, ni le saca la roja. Lo dicho, un esperpento.
La jornada del domingo, tristemente, vino acompañada por el efecto dominó, lo que provocó un aluvión de fallos en casi todos los campos. En Villarreal, el Espanyol se vio privado de la victoria en el 89' por un asistente de Pino Zamorano, que señaló que el balón salió tras el córner botado por De la Peña, lo que invalidaba el gol de Pandiani. En la televisión no se aprecia que el balón saliera, pero esos dos puntos no volaron a Montjuïc. En Pamplona, Clos Gómez también la lió, inventándose un penalty sobre Zigic que le dio la victoria a los cántabros. La desesperación llevó a Iván Corrales a increpar al árbitro al grito de "¡Malísimo, eres malísimo!". Sin embargo, y pese a lo que suele ser normal general, Clos Gómez no le expulsó. ¿Remordimieneto de conciencia? Quién sabe...
En el Camp Nou, César Muñiz se inventó una falta en ataque de Escudé para anular el gol que habría supuesto el 0-1 para el Sevill, también se inventó la falta que sirvió a Ronaldinho para marcar el 2-1 y no señaló un penalty clamoroso de Márquez a Kanouté con 2-1 en el marcador. Y para rematar, Álvarez Izquierdo puso la guinda al pastel en el Levante-Mallorca con la expulsión más surrealista de los últimos tiempos. Literalmente, en el acta del partido pone lo siguiente:
En el minuto 77 el jugador (8) Olivier Kapo, Obou Narcisse fue expulsado por el siguiente motivo: por dirigirse a mi gritando de viva voz y con los brazos en alto, de forma despectiva y reiterada, "UO!".
Obviando el ataque al castellano en ese "UO!", uno se pregunta... ¿UO? No es que en el campo le haya entendido mal y pensara que le estaban insultando (es más grave insultar a un árbitro que dar una patada a un rival), no, es que luego tiene la desfachatez de escribir en el árbitro que le ha expulsado por decir UO. ¿Pero qué clase de broma es ésta? Luego hemos sabido que lo que realmente dijo Kapo era «What?», así que imaginad la cara del pobre al ver cómo le expulsaban por preguntar "¿Qué?". Totalmente lamentable.
Y luego, ayer sale el ínclito Sánchez Arminio pidiendo sanciones para los tramposos que fingen y hacen equivocarse a los árbitros. Vale, muy bien, esa medida la veo perfecta (recordad aquella sanción a Moller en la Bundesliga por fingir un penalty o la multa que le impuso la UEFA a Raúl por marcar un gol con la mano ante el Leeds, por ejemplo), pero... ¿qué pasa con los árbitros? ¿Qué pasa con los árbitros que pitan algo donde no hay nada? ¿Qué pasa con los árbitros que expulsan jugadores por acciones que muchas veces ni merecen amarilla? ¿Qué pasa con aquellos trencillas que pitan penaltys que no existen y dejan sin pitar los que sí lo son? ¿Por qué se dejó de usar la nevera, señor Arminio? Está muy bien pedir sanciones para los tramposos, pero los árbitros también tienen mucha parte de culpa, y también deberían ser castigados.
Estoy seguro de que si en España los jugadores fueran menos teatreros (como en Inglaterra, por ejemplo, donde Fowler echó un penalty fuera tras reconocer que el penalty que le habían pitado a favor no era tal) seguirían existiendo fallos arbitrales. La prueba la tenemos jornada tras jornada, donde vemos muchas acciones punibles en las áreas que no se señalan (ahí no entra en juego ningún jugador tramposo, señor Arminio). Pero eso no les interesa verlo, claro...
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