Sábado por la tarde. Son las cinco de la tarde y nos dirigimos en coche a Murcia, a ver el debut en casa del "nuevo" Real. Hay mono de fútbol, se nota en el ambiente, comentando anécdotas de la pretemporada, que si viaje a Benalmádena a ver uno de los bolos, que si "yo ví el de Orihuela por la tele", impresiones sobre el equipo... Tres meses sin un partido en La Condomina son muchos meses ya. Llegamos a Murcia; toca reencontrarse con los compañeros de grada, a los que llevas sin ver todo el verano. El lugar de reencuentro, el de siempre, la Boca del Lobo. Abrazos, saludos efusivos, risas, alguna cara nueva, los tanques de cerveza que van y vienen... es el pre-partido de siempre, con los amigos, todos con camisetas granas. Llega el momento de partir hacia el estadio, llega el momento de comprobar que algo está cambiando.
La primera sorpresa llega cuando ves la entrada por la Puerta 4 totalmente colapsada de gente, con colas que ocupan casi todo el párking. Dedicimos entrar por la puerta del fondo sur y segunda sorpresa, también hay una cola enorme. Por culpa de ello entramos con el partido comenzado ("la próxima vez no me pillan así", se comenta). Tercera sorpresa: La Condomina viste una de sus mejores galas en mucho tiempo, entre 8 y 9 mil espectadores. Fondos a reventar, Lateral casi llena, Tribuna con buena entrada... y la Curva también a rebosar de jóvenes animosos con ganas de alentar a su Real Murcia y verle conseguir los primeros tres puntos de la temporada. Y entre cántico y cántico, Valerio se hace la picha un lío e Iván Alonso, que pasaba por allí, marca el 1-0 como quien no quiere la cosa. Los jugadores se vienen a la curva a celebrarlo y nos hacen gestos para que sigamos animando así. Ésa fue la cuarta sorpresa de la tarde. Expulsan a uno del Almería (codazo clamoroso) y luego Juanma falla un uno contra uno increíble (eso no fue sorpresa). El Real se relaja y el Almería, con casta, empata el partido antes del descanso y se adelanta a los 5 minutos de la segunda parte. ¿Viejos fantasmas? Puede, pero el equipo, sin jugar nada bien, buscó el empate con ahínco y en una de éstas Aranda se queda solo delante de Valerio y es zancadilleado por detrás. Penalty y expulsión, como diría Rafa González.
El propio Aranda sube el 2-2 al electrónico (marcador de estreno, regalo del Ayuntamiento al otro equipo de la ciudad) y al poco se queda el Almería con ocho por una entrada sin sentido en la medular. El Murcia la toca y la retoca buscando huecos, hasta que de nuevo Iván Alonso se queda solo ante Valerio en el 77 y le fusila. 3-2 y remontada. Ésa fue la quinta sorpresa. En casa no se remontaba desde el 2-1 al Valladolid... ¡de Primera! Aunque fuera contra 8, daba igual. Luego, a sestear burreando al Almería, hasta que Aranda se quiso ir de dos al borde del área almeriense, perdió el balón y salió corriendo tras el defensor hasta el medio del campo... donde le entró con los dos pies por delante tras perder la cabeza. Roja directa, y el Real que quizá viaje sin Aranda ni Antoñito al Carranza. Pitos en la grada por el sesteo del equipo (no todo puede cambiar). Pero con pitos o sin ellos, el partido finalizó y los tres puntos se quedaron en casa. No se jugó bien, pero no importó. El fútbol de competición ha vuelto. Y ha vuelto para bien. El próximo domingo, toca Cádiz. Toca imponer nuestra ley.
La primera sorpresa llega cuando ves la entrada por la Puerta 4 totalmente colapsada de gente, con colas que ocupan casi todo el párking. Dedicimos entrar por la puerta del fondo sur y segunda sorpresa, también hay una cola enorme. Por culpa de ello entramos con el partido comenzado ("la próxima vez no me pillan así", se comenta). Tercera sorpresa: La Condomina viste una de sus mejores galas en mucho tiempo, entre 8 y 9 mil espectadores. Fondos a reventar, Lateral casi llena, Tribuna con buena entrada... y la Curva también a rebosar de jóvenes animosos con ganas de alentar a su Real Murcia y verle conseguir los primeros tres puntos de la temporada. Y entre cántico y cántico, Valerio se hace la picha un lío e Iván Alonso, que pasaba por allí, marca el 1-0 como quien no quiere la cosa. Los jugadores se vienen a la curva a celebrarlo y nos hacen gestos para que sigamos animando así. Ésa fue la cuarta sorpresa de la tarde. Expulsan a uno del Almería (codazo clamoroso) y luego Juanma falla un uno contra uno increíble (eso no fue sorpresa). El Real se relaja y el Almería, con casta, empata el partido antes del descanso y se adelanta a los 5 minutos de la segunda parte. ¿Viejos fantasmas? Puede, pero el equipo, sin jugar nada bien, buscó el empate con ahínco y en una de éstas Aranda se queda solo delante de Valerio y es zancadilleado por detrás. Penalty y expulsión, como diría Rafa González.
El propio Aranda sube el 2-2 al electrónico (marcador de estreno, regalo del Ayuntamiento al otro equipo de la ciudad) y al poco se queda el Almería con ocho por una entrada sin sentido en la medular. El Murcia la toca y la retoca buscando huecos, hasta que de nuevo Iván Alonso se queda solo ante Valerio en el 77 y le fusila. 3-2 y remontada. Ésa fue la quinta sorpresa. En casa no se remontaba desde el 2-1 al Valladolid... ¡de Primera! Aunque fuera contra 8, daba igual. Luego, a sestear burreando al Almería, hasta que Aranda se quiso ir de dos al borde del área almeriense, perdió el balón y salió corriendo tras el defensor hasta el medio del campo... donde le entró con los dos pies por delante tras perder la cabeza. Roja directa, y el Real que quizá viaje sin Aranda ni Antoñito al Carranza. Pitos en la grada por el sesteo del equipo (no todo puede cambiar). Pero con pitos o sin ellos, el partido finalizó y los tres puntos se quedaron en casa. No se jugó bien, pero no importó. El fútbol de competición ha vuelto. Y ha vuelto para bien. El próximo domingo, toca Cádiz. Toca imponer nuestra ley.
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