Le llaman el 'Baby-Depor' por la enorme juventud de su plantilla. Muchos pensarían que tanta juventud (una media de apenas 22 años) podría ser contraproducente, pero lo cierto es que hasta el momento, está siendo todo lo contrario. Joaquín Caparrós ha sabido conjuntar un once muy compacto, que lucha cada pelota como si fuera la última de una final, y que va a ser muy difícil de batir en esta Liga. De momento ya lleva 7 puntos en estas tres primeras jornadas ligueras.
Esta noche le tocaba medirse al submarino amarillo, que atraviesa una época de inmersión en aguas profundas de la que parece difícil salir. En un estadio de Riazor bastante desangelado (qué lejos parecen quedar aquellos tiempos en los que el coliseo herculino estaba a reventar cada dos semanas), el equipo blanquiazul salió dispuesto a ventilar el partido por la vía rápida. Y fruto de ello llegó el golazo de Capdevila que abría la lata amarilla. Zurdazo desde el vértice del área que entraba por toda la escuadra de un incrédulo Viera, que parecía preguntarse si sus jugadores seguían mirando a la gaviota invasora (se pasó casi todo el partido revoloteando por el césped) en lugar de al balón. A partir de ahí, el resto de la primera mitad fue un monólogo blanquiazul, que pudo marcar en varias ocasiones de haber afinado su puntería. Con el 1-0 se llegaba al descanso, con un césped en malas condiciones y un Villarreal que no parecía ni la sombra del equipo que asombró a Europa hace apenas 4 meses.
Pero en la segunda parte, Pellegrini, que hoy cumplía 53 años, infundió nuevos aires a su equipo, que salió dispuesto a empatar el encuentro. Pero unas veces por la gran defensa deportivista, otras veces por la falta de puntería de los José Mari, Riquelme, Forlán y compañía (preocupante lo de Román, en cuanto le tapan un poco los contrarios, desaparece del partido), el caso es que la portería de Aouate permaneció inmaculada. Y en esto que Riki saca una falta desde la izquierda del ataque blanquiazul y el balón queda muerto a los pies de Capdevila, que no perdona. Segundo gol del ex-lateral de la Selección que dejaba el partido prácticamente visto para sentencia. Los de la ciudad azulejera intentaron reducir diferencias, pero estuvo más cerca el 3-0 que el 2-1.
Al final, los tres puntos se quedaron en casa, mientras que el Villarreal, ese equipo que dice querer luchar por algún título esta temporada, se marchaba de nuevo de vacío, dejando su registro goleador en cero goles en tres partidos, una marca impropia de un conjunto de la calidad que se le presupone a los de Pellegrini. Su presidente indicaba tras el partido que siguen la línea de los dos últimos años, donde hasta la jornada 6 no lograron su primera victoria, pero... ¿no es preocupante estos arranques tan malos? Si quieren llegar lejos este año deben empezar a sacar puntos cuanto antes. Si no, sus relucientes estrellas tendrán que empezar a pensar en lucir sus habilidades en terrenos muy alejados a los europeos. Mientras que el 'Baby-Dépor', tan imprevisible, empieza a labrar un bonito sueño. Que dure la fiesta.
[ Foto: Riazor.Org ]
Esta noche le tocaba medirse al submarino amarillo, que atraviesa una época de inmersión en aguas profundas de la que parece difícil salir. En un estadio de Riazor bastante desangelado (qué lejos parecen quedar aquellos tiempos en los que el coliseo herculino estaba a reventar cada dos semanas), el equipo blanquiazul salió dispuesto a ventilar el partido por la vía rápida. Y fruto de ello llegó el golazo de Capdevila que abría la lata amarilla. Zurdazo desde el vértice del área que entraba por toda la escuadra de un incrédulo Viera, que parecía preguntarse si sus jugadores seguían mirando a la gaviota invasora (se pasó casi todo el partido revoloteando por el césped) en lugar de al balón. A partir de ahí, el resto de la primera mitad fue un monólogo blanquiazul, que pudo marcar en varias ocasiones de haber afinado su puntería. Con el 1-0 se llegaba al descanso, con un césped en malas condiciones y un Villarreal que no parecía ni la sombra del equipo que asombró a Europa hace apenas 4 meses.
Pero en la segunda parte, Pellegrini, que hoy cumplía 53 años, infundió nuevos aires a su equipo, que salió dispuesto a empatar el encuentro. Pero unas veces por la gran defensa deportivista, otras veces por la falta de puntería de los José Mari, Riquelme, Forlán y compañía (preocupante lo de Román, en cuanto le tapan un poco los contrarios, desaparece del partido), el caso es que la portería de Aouate permaneció inmaculada. Y en esto que Riki saca una falta desde la izquierda del ataque blanquiazul y el balón queda muerto a los pies de Capdevila, que no perdona. Segundo gol del ex-lateral de la Selección que dejaba el partido prácticamente visto para sentencia. Los de la ciudad azulejera intentaron reducir diferencias, pero estuvo más cerca el 3-0 que el 2-1.
Al final, los tres puntos se quedaron en casa, mientras que el Villarreal, ese equipo que dice querer luchar por algún título esta temporada, se marchaba de nuevo de vacío, dejando su registro goleador en cero goles en tres partidos, una marca impropia de un conjunto de la calidad que se le presupone a los de Pellegrini. Su presidente indicaba tras el partido que siguen la línea de los dos últimos años, donde hasta la jornada 6 no lograron su primera victoria, pero... ¿no es preocupante estos arranques tan malos? Si quieren llegar lejos este año deben empezar a sacar puntos cuanto antes. Si no, sus relucientes estrellas tendrán que empezar a pensar en lucir sus habilidades en terrenos muy alejados a los europeos. Mientras que el 'Baby-Dépor', tan imprevisible, empieza a labrar un bonito sueño. Que dure la fiesta.
[ Foto: Riazor.Org ]
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